El interior de Cantabria moldeado por las cuencas de los ríos que desde la cordillera cantábrica buscan el mar donde verter sus aguas, formando así los valles que toman sus nombres; el del Asón (1h 15′) iniciándose en una preciosa cola de caballo de 70 m de altura. El del Pas (45′) con sus típicas cabañas pasiega y su particular paisaje moldeado por el aprovechamiento de sus pastos. El valle del Besaya (10′) en el que los múltiples templos románicos nos permiten hacer una ruta específica para poder visitarlos.
El valle del Saja (20′), que junto al del Nansa (40′), albergan una naturaleza desbordante, impresionante por la cantidad de colores que cubren sus bosques sobre todo en otoño entre los que podréis descubrir preciosos pueblos que destacan por su arquitectura tradicional montañesa (Bárcena Mayor, Carmona, Tudanca,…) o la sorprendente cueva de “El Soplao”.
El valle de Campoo al sur de la comunidad (45′), lugar de nacimiento del río Ebro, os sorprenderá no solo por su belleza natural, sino también porque guarda una increíble colección de ermitas rupestres y dos colegiatas románicas.
Finalmente podréis descubrir uno de los valles más famosos pero también sorprendentes de Cantabria: el valle de Liébana, en el corazón de los Picos de Europa, donde podréis asomarnos a sus cumbres desde el teleférico de Fuente Dé, visitar la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña o su capital Potes. El Monasterio de Santo Toribio de Liébana tiene junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz el privilegio de celebrar el Año Santo. El año Jubilar Lebaniego se celebra el año en que la festividad de Santo Toribio, cuando el día 16 de Abril cae en domingo.
Cantabria está horadada por multitud de cuevas y en muchas de ellas podemos disfrutar de vestigios de nuestros antepasados en forma de pinturas rupestres, no en vano Cantabria cuenta con 9 cuevas recogidas como patrimonio de la humanidad y, si sois de los valientes, también podréis animaros y practicar espeleología entre otras muchas actividades que en ellas se realizan.
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El cocido montañés en el valle del Saja, el cocido lebaniego en Liébana, los “caricos” en el Asón y los quesos en todos los valles (desde quesos tiernos hasta los afamados quesucos de Liébana y el Tresviso en el mismo valle). Y, por supuesto, tenéis que probar los sobaos y las quesadas en el valle del Pas.